jueves, marzo 30

¡Aguas!

"¡Aguas, no te vayas a caer!", "¡Aguas, ahí va el golpe!".
Es común utilizar esta expresión para advertir de un peligro o de un posible problema; pero ¿qué tiene que ver el agua con esto, si realmente el agua como tal es un "líquido vital", inofensivo e indispensable para todos los seres vivos?

El origen de esta expresión se remonta a la España de la Edad Media, cuando la gente hacía sus necesidades (obraba, cagaba, miaba...) en bacinicas porque no existían los drenajes. En ese entonces, estos adminículos se vaciaban a la calle al grito de: ¡aguas!, para que los transeúntes no sufrieran las salpicaduras de lo que al final de cuentas no era más que orines y excremento.

Fueron los españoles quienes introdujeron esta interjección en muchas de las colonias que fundaron en América, de modo que a partir del siglo XV hacer aguas significaba orinar; aguas menores significaba orines y aguas mayores, excremento.

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, la expresión ¡agua va! se utilizaba para avisar cuando desde alguna casa iban a echar a la calle agua o inmundicia.

Con el paso del tiempo su significado fue cambiando hasta llegar a tener varias connotaciones, como la que registra Guido Gómez de Silva en su Diccionario Breve de Mexicanismos, ¡aguas! significa ¡cuidado!: "¡Aguas, ahí viene tu marido!", "¡Aguas, te vas a pegar!".

María Moliner, en su Diccionario de Uso del Español, menciona varios usos más:

Hacer aguas (mayores o menores), orinar o hacer de vientre.
Romper aguas, ocurrir la ruptura de la bolsa de aguas en la parturienta.
Sin decir agua va, sin avisar, repentinamente.

En otros países de América Latina también se utiliza esta expresión: en Cuba se usa en singular, ¡agua!, para avisar a los peatones que tengan cuidado cuando se aproxima un automóvil; en Colombia "montarle a uno el agua" es molestarlo, "me está echando el agua", me está molestando; en Honduras "dar el agua a alguien" es asesinarlo, "le dieron su agüita", lo mataron.

También es usual utilizarla para solicitar ayuda, "échame aguas", vigila que nadie venga o que nadie me vea; o para indicar que hemos sido burlados o ignorados, "me quedé echando aguas", me quedé como tonto.

Es curioso observar que ¡aguas!, pese a las varias connotaciones que ha ido recogiendo, sigue manteniendo la que hace referencia a los orines, como en "cambiar el agua a las aceitunas", "voy a tirar el agua", "voy a desaguar", es decir, voy a orinar.

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