viernes, marzo 31

No me forces a que te torce el brazo

Si de forzar, soldar y torcer se trata, he aquí una guía práctica que nos permitirá dominar el uso de estos problemáticos verbos.


Se trata de ese tipo de verbos que nos hacen dudar y optar por mejor darles la vuelta buscando sinónimos: forzar y soldar, pero la realidad es que funcionan de una forma sencilla, máxime si tomamos como ejemplo el verbo torcer:

yo tuerzo
tú tuerces
él tuerce
nosotros torcemos
ustedes tuercen
ellos tuercen

De la misma forma se conjugan los otros dos verbos.

Los errores más comunes son: "No me forces a decirte la verdad" y "Solden la pieza que está allá"; por supuesto, nunca decimos "No me torzas el brazo" sino "No me tuerzas el brazo". Es evidente que forzar y soldar son verbos difíciles, pero si nos queda claro que se conjugan igual que torcer, podremos evitar errores e imprecisiones.

Aclarado el asunto, no está de más comparar la forma correcta e incorrecta de conjugar los verbos forzar y soldar:









VERBO FORZAR
persona
correcto
incorrecto
yo
fuerzo
forzo

fuerzas
forzas
él
fuerza
forza
nosotros
forzamos
fuerzamos
ustedes
fuerzan
forzan
ellos
fuerzan
forzan










VERBO SOLDAR
persona
correcto
incorrecto
yo
sueldo
soldo

sueldas
soldas
él
suelda
solda
nosotros
soldamos
sueldamos
ustedes
sueldan
soldan
ellos
sueldan
soldan

jueves, marzo 30

Mi ex se convirtió en un excéntrico

Esas partículas que se anteponen a ciertas palabras, a veces nos dan dolores de cabeza, no al hablar, sino al escribir. ¿Cómo los utilizamos?: pegados a la palabra, dejando un espacio o separándolos con un guión. He ahí la cuestión.

En este caso vamos a hablar de ex, partícula que tiene dos funciones, como prefijo y como adetivo:

ex. Proviene de ex, preposición latina. Adjetivo que significa que algo fue y ha dejado de ser: ex mandatario, ex esposo, ex novio, ex alumno.

Ahora bien, si en este caso ex funciona como adjetivo, debería ir separado de la palabra (como lo vemos arriba), pero el uso hace la norma y llegamos a verlo junto exesposo, expresidente. Consideramos que las dos formas son correctas, no cometemos ningún error con ello.

ex- (del latín ex-) Prefijo que significa "fuera", "más allá": extraer, excéntrico. //2. Indica privación: exánime.

Los prefijos siempre se unen a la palabra que modifican:

exangüe. Del prefijo latino ex-, que expresa negación, y del latín sanguis "sangre", literalmente es desangrado, pero en sentido figurado se refiere a que no tiene fuerzas, muerto.

exánime. Del prefijo latino ex-, privación, y del latín ánimus, espíritu o alma, figurativamente es sin señal de vida o sin vida.

extradición. Del prefijo latino ex- que significa fuera, y de traditio, "entrega", que ha evolucionad para significar entregar un reo, refugiado en país extraño, al gobierno que lo reclama.

Podemos ver, entonces, las diferencias y deducir en qué caso ex va separado o junto: como prefijo siempre va unido a la palabra; como adjetivo va separado, pero reiteramos, ya se ha extendido el uso pegado a la palabra, lo cual no significa un error, sino una prueba más de que el "uso hace la norma".

Idiosincracia o idiocincrasia, ¿con c o con s?

Las palabras con s o con c, no cabe duda, son difíciles. Siempre nos hacen detenernos a pensar si están o no bien escritas y, por más que nos aprendamos la regla de principio a fin y hasta memoricemos las excepciones, nos topamos con alguna que otra palabra escurridiza.

Éste es el caso de idiosincrasia, palabra que representa un alto nivel de dificultad, porque para colmo tiene dos eses o ¿serán ces? o ¿la primera es ese y la última ce? La clave está en conocer el origen de la palabra, de dónde se deriva. Sí, debimos poner antención en la clase de etimologías.

El error de escribir esta palabra con c al final quizá se debe a que aplicamos la misma regla que en democracia, tecnocracia, aristocracia, pero no debe ser así, porque la raíz de la que provienen es diferente a la de idiosincrasia.

La terminación -cracia proviene de la voz griega /krátos/, que quiere decir "autoridad"; mientras que idiosincrasia se deriva de /idios/, "lo propio", y de /sýnkrasis/, "forma de ser"; esto es, de acuerdo con la RAE, los rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o una colectividad, un grupo.

Ahora bien, al momento de utilizarla como adjetivo, también somos propensos a cometer errores: decimos idiosincrático, cuando lo correcto es idiosincrásico o idiosincrásica.

La mayoría de las personas piensan que...

La concordancia entre sujeto y predicado es la correcta relación o coherencia entre dos palabras, de acuerdo con los parámetros de persona y número. Generalmente, esta parte de la gramática no representa problemas y se da de forma natural: "El niño comió", "Los niños comieron", pero hay algunos casos que nos dan problemas, en particular cuando el sujeto es un colectivo, cuando es ambiguo o cuando confundimos el sujeto en una frase nominal.

Este tema es tan amplio que tratarlo en su totalidad requerirá varios artículos, pero podemos enfocarnos en un caso sencillo, la concordancia de número entre sujeto y verbo.

COLECTIVOS
Cuando el sujeto es un sustantivo colectivo como muestra, muchedumbre, bandada, parvada, enjambre, serie o mayoría, el verbo va en singular.

El sustantivo colectivo es aquel que se refiere o designa un grupo o conjunto de personas, pueblos, animales u objetos. Por ejemplo, gente se refiere a un grupo de personas o a un pueblo; parvada a un grupo de aves y enjambre a un grupo de abejas. Todos son colectivos y funcionan como singular.

Por otro lado, en el caso de los sintagmas que empiezan con la mayoría de los ancianos, la muestra de jóvenes, una serie de problemas, 30% de los encuestados o el grupo de los inversionistas, el sujeto de la oración es mayoría, muestra, serie y grupo, respectivamente; mientras que de los ancianos, de jóvenes, de problemas o de inversionistas son complementos adnominales que modifican a ese sujeto, es decir, describende de qué mayoría, muestra, serie, porcentaje y grupo se trata. Por lo tanto, el verbo debe ir en singular concordando con el sujeto.

Veamos algunos ejemplos:

r Correcto: La mayoría de los ancianos ve la TV
a Incorrecto: La mayoría de los ancianos ven la TV

r La muestra de jóvenes ha opinado a favor
a La muestra de jóvenes han opinado a favor

r El conjunto de músicos ejecutó una gran melodía
a El conjunto de músicos ejecutaron una gran melodía

r El grupo de inversionistas que ha viajado a otros países...
a El grupo de inversionistas que han viajado a otros países...

r La serie de errores demuestra la falta de interés
a La serie de errores demuestran la falta de interés

r La gente de la colonia que vive en casahabitación...
a La gente de la colonia que viven en casahabitación...

r La muchedumbre que estaba ahí lo abucheó
a La muchedumbre que estaban ahí lo abuchearon

¡Aguas!

"¡Aguas, no te vayas a caer!", "¡Aguas, ahí va el golpe!".
Es común utilizar esta expresión para advertir de un peligro o de un posible problema; pero ¿qué tiene que ver el agua con esto, si realmente el agua como tal es un "líquido vital", inofensivo e indispensable para todos los seres vivos?

El origen de esta expresión se remonta a la España de la Edad Media, cuando la gente hacía sus necesidades (obraba, cagaba, miaba...) en bacinicas porque no existían los drenajes. En ese entonces, estos adminículos se vaciaban a la calle al grito de: ¡aguas!, para que los transeúntes no sufrieran las salpicaduras de lo que al final de cuentas no era más que orines y excremento.

Fueron los españoles quienes introdujeron esta interjección en muchas de las colonias que fundaron en América, de modo que a partir del siglo XV hacer aguas significaba orinar; aguas menores significaba orines y aguas mayores, excremento.

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, la expresión ¡agua va! se utilizaba para avisar cuando desde alguna casa iban a echar a la calle agua o inmundicia.

Con el paso del tiempo su significado fue cambiando hasta llegar a tener varias connotaciones, como la que registra Guido Gómez de Silva en su Diccionario Breve de Mexicanismos, ¡aguas! significa ¡cuidado!: "¡Aguas, ahí viene tu marido!", "¡Aguas, te vas a pegar!".

María Moliner, en su Diccionario de Uso del Español, menciona varios usos más:

Hacer aguas (mayores o menores), orinar o hacer de vientre.
Romper aguas, ocurrir la ruptura de la bolsa de aguas en la parturienta.
Sin decir agua va, sin avisar, repentinamente.

En otros países de América Latina también se utiliza esta expresión: en Cuba se usa en singular, ¡agua!, para avisar a los peatones que tengan cuidado cuando se aproxima un automóvil; en Colombia "montarle a uno el agua" es molestarlo, "me está echando el agua", me está molestando; en Honduras "dar el agua a alguien" es asesinarlo, "le dieron su agüita", lo mataron.

También es usual utilizarla para solicitar ayuda, "échame aguas", vigila que nadie venga o que nadie me vea; o para indicar que hemos sido burlados o ignorados, "me quedé echando aguas", me quedé como tonto.

Es curioso observar que ¡aguas!, pese a las varias connotaciones que ha ido recogiendo, sigue manteniendo la que hace referencia a los orines, como en "cambiar el agua a las aceitunas", "voy a tirar el agua", "voy a desaguar", es decir, voy a orinar.

Te oigo, pero no te escucho

Es un hecho que el lenguaje está siempre en constante evolución y somos los hablantes quienes generamos ese cambio, pero a veces abusamos y nos pasamos de la raya, lo manejamos y manoseamos a nuestro antojo, y resultan usos como el de tráfico, cuando debería decirse tránsito, que si bien en origen no eran lo mismo, hoy se usa tráfico en lugar de tránsito en todos los contextos. Y quienes decimos tránsito recibimos miradas reprobadoras y nos tachan "de hacerle a la ultracorrección".

En fin, este blog tiene la finalidad de hablar sobre el lenguaje y sus cambios, y en esta ocasión trataremos la diferencia entre escuchar y oír. No es lo mismo escuchar que oír, aunque en la actualidad se usen indistintamente y escuchar esté a punto de reemplazar al verbo oír.

Escuchar (del latín ascultare) se refiere a prestar atención a lo que se oye, estar atento a lo que se dice, aplicar el oído; mientras que oír (del latín audire) significa percibir con el oído los sonidos, darse por enterado.

Escuchar es una acción que va mucho más allá de sólo captar con el sentido, de ahí que la frase "Te oígo, pero no te escucho" sea atinada, pues queremos dar a entender "Sí, habla todo lo que quieras, de todas formas no te estoy haciendo caso".